viernes, 8 de julio de 2011

Columna de opinión
DICTADURA DEMOCRATICA
Por Rodolfo José Bernat



Habían transcurrido 2 años y 7 meses del regreso de Perón a la Patria, cuando aquel 1º de julio de 1974, una destruida “Isabelita”, anunciaba por la Cadena Oficial que el Presidente de la Nación y Líder indiscutido de uno de los mayores movimientos populares del mundo, había fallecido.
Atrás quedaban el 11 de marzo de 1973, con el resonante triunfo del FREJULI y el regreso al Poder del peronismo y la conducción de la Nación; el 25 de mayo de 1973 con la asunción del Gobierno Nacional de la fórmula “Cámpora – Solano Lima y la liberación a cargo del pueblo aquel mismo día, de los presos políticos alojados en las cárceles de nuestro país; el 20 de junio de 1973 con el regreso definitivo al país de Perón, oscurecido por la incomprensible y criminal “Masacre de Ezeiza”, donde millones de personas se dieran cita para recibir al Líder; el 13 de julio de 1973, con la renuncia del Doctor Héctor Cámpora y su compañero de fórmula Solano Lima, tras tan solo 50 días de gobierno y la asunción interina como Presidente, de Raúl Lastiri, hasta aquel momento presidente de la Cámara de Diputados de la Nación; el 23 de setiembre de 1973 con el triunfo del General Juan Domingo Perón a la presidencia de la Nación, acompañado como Vice por Isabel y el 12 de octubre de 1973, con la asunción por tercera vez del máximo cargo de la Nación por parte de Juan D. Perón.
Tal vez por todo esto aquella Isabel, rigurosamente vestida de luto, más frágil que nunca y sin poder contener las lágrimas, más con la apariencia de un espectro que de un ser humano, anunciaba al país la muerte de Perón y el inevitable comienzo de la agonía del peronismo y porque no, de la República Argentina.
Desde allí hasta hoy, solo los hechos y acontecimientos sucedidos nos muestra sin discusiones lo certero de aquel diagnóstico, los artífices y constructores de esta realidad desde procesistas, democráticos, menemistas, de laruistas y kirchneristas,
acompañados en cada tramo por importantes sectores de la población, que solo esperan de la “política” ver que rédito económico les pueden dejar sus “apoyos”
Lo demuestra la excelente obra del escritor y periodista Luis Gregorich “La República Perdida”, que fue un tibio esbozo de lo que después y sobre todo hoy, nos muestra la realidad de cada día.
Me voy a permitir transcribir los últimos párrafos de aquel libro de Gregorich: “La lección de la historia es que solo la unión nacional basado en la verdad y la justicia podrá devolvernos la salud. Lo que perdimos, lo perdimos todos. Lo que debemos recuperar, solo entre todos podremos hacerlo, una vez que hayamos logrado exorcizar a los demonios del miedo y del autoritarismo.”
Es lamentable que estas reflexiones hechas por Gregorich desde su amor a la Patria, queden sepultadas ante la realidad que vivimos. ¿Pero como llegamos a esta realidad? Es lo que trataré de analizar sin tener una total convicción de poder ser capaz de hacerlo.
Tenemos muy en claro lo que han sido y aún son las dictaduras militares, pero en cambio en lo que respecta a “Dictaduras Democráticas”, todavía estamos en pañales. Es verdad que más de un gobierno anterior al actual, ha tenido más de una actitud reñida con lo que consideramos “Democracia Representativa”, sin embargo es desde el 2002 hasta hoy, preferentemente desde el 27 de octubre de 2010, día en que falleció Néstor Kirchner, nunca se empleo más el agravio y la descalificación del adversario a quien se le llega asignar la calidad de “enemigo”; el uso indiscriminado del poder en beneficio propio; la utilización de los recursos del Estado para hacer proselitismo político oficialista; la introducción del lacayismo y la genuflexión; el nuevo monopolio de información creado por el Estado kirchnerista, conteniendo todas las formas de comunicación, escrita, oral o televisiva, sin reparar en el costo de los mismos, con el único propósito de que permanentemente canten loas a Cristina Fernández, aún en sus acciones y dichos más aberrantes y a quien ella señale, defenestrando en la forma más violenta y soez a aquellos que se atrevan a contradecirla o denunciar hechos de corrupción política o económica; el manejo inadmisible y vergonzante de funcionarios del Estado Nacional o Provinciales de los tres poderes (Ejecutivos, Legislativos o Judiciales); crear o propiciar entidades sociales con el único fin de convertirlos en agentes del oficialismo, a través de prebendas monetarias, de provisión de elementos o de diferentes planes “sociales” solventados con recursos del Estado Nacional; ignorar desde hace años el grave problema de la inseguridad y el narcotráfico. Incentivar y crear agrupaciones de jóvenes, con el fin de convertirlos en adictos o mercenarios, con el inconfesable fin de convertirlos en “guardia de corps”, grupos de choque y agitación, adoctrinándolos con claras mistificaciones ideológicas de doctrinas que nunca practicaron y de las que han descreído siempre de ellas, usándolas solamente como mascarones de proa, en su inocultable propósito de asalto total al Poder.
Los miles de heridos y heridas que sin compasión alguna el gobierno “Kristinista”
Está dejando a lo largo y lo ancho del país en los últimos 20 días, pueden llegar a convertirse en los testigos “de cargo”, que alguna vez arrojen luz sobre esta etapa oscurantista por la que hoy atraviesa este país.
A veces La Muerte y otras veces los pueblos agotados y desesperados, suelen poner fin a los mesiánicos sueños de Poder Permanente de las Dictadura Democráticas.




Fcio. Varela, 7 de julio de 20011

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