Columna de opinión
“LA POBREZA…”
Por Rodolfo José
Bernat
Días pasados, cuando el Barómetro Social, de la
Universidad Católica Argentina, dio a conocer su estadística sobre la pobreza
en la Provincia de Buenos Aires , desde diversos sectores del oficialismo surgieron
airadas protestas por lo que consideraron ser
“la estrategia, para difundir índices falsos desde la oposición…”. No
hay nada peor cuando se tiene la obligación de gobernar que negar la verdad y
querer ocultar la realidad. Es por tal
motivo, que decidí reproducir la nota de Daniel Nallar, aparecida en “El
Tribuno” el 10 de junio de 2014 a la cual titulo, “LA POBREZA EL GRAN NEGOCIO
POPULISTA”.“Olvídense de los ricos. Sus votos vendrán de las calles de tierra. A los
que les llega luz, agua y pavimento ya ni les interesa escucharlos. Ni van a
votar. El hambre abre los oídos. El que nada necesita tampoco necesita de
ustedes”. La voz firme y desafiante del ministro resonó en la pequeña
habitación. Una veintena de intendentes del norte del país lo escuchaba en
silencio. Quienes debaten la pobreza en Argentina son “socios”. Todos viven de
ella.
La pobreza se convirtió en un número, discrecional y arbitrario, del
populismo estatal. Sirve para justificar gastos y decir que el gobierno “hace
algo”.
Un estudio del año 2010 demuestra que el 60% del dinero destinado a
ayuda social se usa para trámites administrativos y sueldos públicos. Sólo el
40% llega a quiénes lo necesitan. Cuando ser pobre depende de tener más o menos
dinero, improvisadas políticas populistas se convierten en “políticas de
Estado” y bandas de fanfarrones y matones se convierten en estadistas. Aparecen
gobiernos autoritarios, se anulan las instituciones, las leyes son relativas y
la vida y el futuro de los pueblos queda depositada en las manos de un
gobierno.
Argentina está entre los 10 países del mundo con mayor índice de niños y
mujeres golpeadas y niñas violentadas sexualmente. En algunas comunidades del
norte es “legal” que el padrastro viole a su ahijada a los 12 años. Pero para
el gobierno ellos no son pobres. El anciano dolorido en la puerta del hospital
sin camas y el enfermo que no puede acceder a un medicamento o a un tratamiento
por malas políticas de salud, tampoco.
El alumno sin clases y sin futuro no es pobre. Al gobierno no le importa
que el 35% de los jóvenes no termine el bachillerato ni que 18 millones de
argentinos no tengan trabajo y vivan de un subsidio. Ellos no son pobres.
Tampoco le importa que más del 30% de los partos sea de menores de 18 años. Los
analfabetos, desempleados, huérfanos y enfermos no son pobres si tienen dinero.
Miles de madres mueren durante el parto por las condiciones en que son
atendidas, cientos de niños mueren antes de los cinco años de edad por
enfermedades que podrían evitarse y otros cientos de recién nacidos prematuros
se mueren sin atención.
El 80% de los niños en edad escolar llegará a la edad adulta sin la
preparación adecuada para emprender algo por sí mismos y deberán buscar un
empleo para poder subsistir.
Argentina está entre los países con mayor cantidad de niños y jóvenes
adictos a drogas mortales, que llegarán a la edad adulta con serias
deficiencias mentales y motrices. Pero para nuestro gobierno ellos no son
pobres si tienen dinero o un subsidio.
Un estudio reciente de Jorge Paz, investigador del Conicet, muestra que
los números oficiales sobre reducción de la pobreza son ficticios. Sólo se
atacó la pobreza con asignaciones monetarias, que van detrás de los índices
inflacionarios, por ello la capacidad económica de los subsidiados fue
disminuyendo paulatinamente en la última década.
Como hablar de pobreza en la Argentina de autos oficiales de alta gama y
comitivas oficiales de doscientos cincuenta mil dólares por tres días. En la
Argentina de legisladores “levanta-manos” con sueldos que cuadriplican el de
los docentes, médicos y jubilados. Mientras en las escuelas los niños hacen
fila bajo el frío y la lluvia para hacer sus necesidades en un pozo, las
maestras caminan horas bajo el sol y se dictan clases alrededor de leños
encendidos, las oficinas públicas derrochan agua y energía.
La pobreza como “falta de dinero”, es el plato fuerte de políticos
improvisados y funcionarios corruptos. Cuando la pobreza se soluciona con
dinero, basta “exprimir” con tributos a los que trabajan y regalar parte de lo
recaudado a los pobres. Otra parte va al aparato burocrático de amigos y
punteros políticos y otra al bolsillo del gobernante. El sistema cierra
perfectamente. Si la pobreza no se resolviera con dinero sino con salud,
educación y seguridad, para solucionarla habría que saber y trabajar.
Mientras tengamos gobernantes improvisados y populistas, los pobres
seguirán siendo pobres, porque sus gobiernos lucran con la pobreza. Como dijo
el ministro, el hambre abre los oídos a las propuestas populistas y a la
dádiva, los que nada necesitan tampoco necesitan de los gobiernos. Nunca crea
lo que un gobierno populista diga sobre la pobreza, porque ese gobierno vive de
la pobreza. Si no habría pobres no sería necesario. Si no hubiera pobres ese
gobierno perdería sentido. Nunca aceptará que ser pobre significa no tener un
proyecto de vida y un futuro, más que no tener presente. Nunca entenderá que
estar “desprotegido”, no sólo significa estar “sin vivienda”. Nunca admitirá
que es posible estar “desamparado”, aún cuando se tenga dinero.
Decía Benjamín Franklin que “El desorden almuerza con la abundancia,
come con la pobreza, cena con la misericordia y va a acostarse con la muerte”. Si reflexiona
esta frase entenderá porqué en Argentina no hay “orden” ni “justicia”.
Fcio. Varela, 21 de septiembre de 2014.